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¨Donde quieras que vayas, no importa, donde vayas cumple siempre con tu deber…y sabe que yo siempre estaré allí, dentro de ti guiándote en cada paso del camino.
En los años por venir me experimentarán en muchas manifestaciones diferentes de mi forma.
Tú eres yo mismo, más que amado para mí.
Te protegeré como los parpados protegen a los ojos. Tú ya me tienes, así como yo te tengo a ti. Nunca te abandonaré y tú nunca podrás abandonarme.
De ahora en adelante, no desees ni anheles nada desempeña tu deber con un amor invariable, viendo a todos como a Dios.
Sé paciente a su debido tiempo, todo te será dado.
Sé Feliz, no hay necesidad de preocuparse por nada sea lo que fuere que se experimente, sea lo que fuera que suceda, sabe que este avatar así lo quiso.
No existe poder en el mundo que pueda demorar ni por un instante la misión para la cual este avatar ha venido.
Todos Ustedes son almas sagradas y tienen asignado el papel que habrán de desempeñar en el drama de La Nueva Edad de Oro que vendrá…¨.



"BHAGAVAN SRI SATHYA SAI BABA" .



domingo, 25 de mayo de 2008

UN MOMENTO EN LA VIDA DE SWAMI:"YO DETERMINÉ MI NACIMIENTO"


por N. Kasturi

Baba ha dicho que son cuatro los tipos de hijos que nacen del hombre. La distinción reside en el impulso que haya motivado el nacimiento. En tres de ellos opera la ley del Karma. El primero es aquel en que uno ha incurrido en deudas durante vidas anteriores y ha dejado de pagarlas. El acreedor nacerá como hijo para exigir el pago y abandonará para siempre el hogar tan pronto haya obtenido el total de lo adeudado. Puede que se reviertan los papeles y que los padres representen a los acreedores que han dejado sus cuerpos carnales antes de haberse saldado la deuda. En este caso recibirán como hijo al que debe pagar, el cual partirá, libre de sus grilletes kármicos, tan pronto sea devuelta hasta la última gota de lo adeudado. La tercera categoría está representada por la progenie que nace únicamente como un don, por la Gracia de Dios.

Dios otorga un hijo y le confía a los padres la tarea de su cuidado y protección para el cumplimiento de su misión humana. El cuarto y primerísimo tipo de hijo, no obstante, es aquel que es un Avatar. En este caso, la Conciencia Cósmica decide un rol humano y elige el tiempo y el lugar, a las personas que han de ser consideradas como sus padres y el útero en el que va a iniciar su carrera como un feto conformado por su infinita potencia.

A los dos años de casada, Eswarama concibió, para gran alegría de su suegra. Su primer hijo fue un varón y, unos años más tarde, dio a luz una niña; luego siguió otra hija. Los Raju eran felices con la casa llena de risas, cantos y oraciones. Mas también los pesares hicieron su aparición. Eswarama tuvo una serie de embarazos que terminaron en abortos. Los mayores lo atribuyeron a magia negra. Se consultó a una serie de exorcistas y se echó mano a numerosos talismanes. Se arregló que se llevaran a cabo ceremonias propiciatorias en los templos locales y en lugares sagrados como Kadiri. Cuando Eswarama comenzó su octavo embarazo, su suegra prometió un número de ofrendas a Sathya-Narayana, para lograr ser bendecida con un nieto. ¡También Krishna fue el octavo hijo de sus padres!

Años más tarde, un día que Swami se encontraba sentado en medio de un círculo de devotos, se produjo una abrupta intervención. Un erudito muy versado en los sagrados Puranas (escrituras) sintió un súbito impulso por plantear la siguiente pregunta: "Swami, ¿tu encarnación fue un milagro o una concepción?". Personalmente no pude entender la importancia de la interrupción, que a todos los sobresaltó como para hacerles perder el ánimo festivo que reinaba hasta el momento en la conversación, pero Swami sabía la razón. Volviéndose hacia Eswarama, sentada al frente, le dijo: "Cuéntale a Rama Sarma lo que sucedió aquel día cerca del pozo, después de que tu suegra te hubiera puesto sobre aviso". La madre dijo: "Ella había soñado con Sathyanarayana Deva y me advirtió que no me asustara si llegaba a sucederme algo por la voluntad de Dios. Esa mañana me dirigí al pozo y, cuando estaba junto a él sacando agua, una gran bola de luz azul vino rodando hacia mí y sentí que me desmayaba, cayendo al suelo. Luego sentí que se deslizaba dentro de mí". Swami se volvió hacia Rama Sarma con una sonrisa: "¡Ahí tienes la respuesta! No fui concebido. Fue un milagro, no una concepción…"

Hay una muy antigua devota conocida como Shirdi Ma por el hecho de haberse encontrado en Shirdi cuando vivía Sai Baba. También se la llamaba Pedda Bottu, debido al gran punto de kumkum, polvo generalmente de color rojo, que llevaba marcado en el entrecejo. Entre sus recuerdos, cuenta que en todo momento urgía a Eswarama para que le relatara algunos de los milagros de Swami cuando era niño. La mayoría de las veces Eswarama eludía sus preguntas, diciendo que no había observado ninguno o que no los recordaba. Sin embargo, un día reveló una experiencia profundamente conmovedora que había mantenido en secreto por más de treinta años, debido a que se le había dicho que no hablara al respecto.

"Swami tenía nueve meses entonces —dijo Eswarama—, puedo recordar claramente el incidente y lo tengo fresco en la memoria. Yo recién lo había bañado y vestido, y le puse un colirio refrescante en los ojos, luego le puse algo de vibhuti del templo de Shiva y un poco de kumkum del templo de Sathya Ma en el entrecejo. Lo acosté en la cuna y la impulsé para que se balanceara mientras me dirigía al fogón porque la leche había comenzado a hervir. De pronto lo oí llorar. Esto me sorprendió muchísimo, porque desde que naciera, no había llorado nunca por ninguna razón, ni de hambre, ni por sentirse incómodo, ni por algún dolor. Lo saqué de la cuna y lo puse en mi falda. Dejó de llorar. Entonces vi que lo rodeaba un halo de luz brillante, un círculo de luz que irradiaba de él. Pero esa luz no me lastimaba, era tan fresca, pese a su brillo y a su proximidad. Me quedé sentada allí, quieta, sumida en un maravilloso encanto.

La luz se mantuvo allí por largo tiempo, antes de ir desapareciendo poco a poco. Cerré los ojos y probablemente perdí la conciencia de todo lo que me rodeaba, hasta que llegó mi suegra y me hizo volver a la realidad. El niño estaba dormido, aparentemente. Ella me preguntó qué había sucedido y le conté lo del halo de luz que aún entonces podía ver claramente delineado. Mi suegra se llevó un dedo a los labios y me dijo: "No le hables a nadie de esto, ya que no lo entenderán. Lo único que harían sería difundir toda clase de historias".

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ARCHIVOS DE "RADIO UNIDAD SAI"

DEL PROGRAMA:

¨LA ENCARNACIÓN DIVINA¨