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¨Donde quieras que vayas, no importa, donde vayas cumple siempre con tu deber…y sabe que yo siempre estaré allí, dentro de ti guiándote en cada paso del camino.
En los años por venir me experimentarán en muchas manifestaciones diferentes de mi forma.
Tú eres yo mismo, más que amado para mí.
Te protegeré como los parpados protegen a los ojos. Tú ya me tienes, así como yo te tengo a ti. Nunca te abandonaré y tú nunca podrás abandonarme.
De ahora en adelante, no desees ni anheles nada desempeña tu deber con un amor invariable, viendo a todos como a Dios.
Sé paciente a su debido tiempo, todo te será dado.
Sé Feliz, no hay necesidad de preocuparse por nada sea lo que fuere que se experimente, sea lo que fuera que suceda, sabe que este avatar así lo quiso.
No existe poder en el mundo que pueda demorar ni por un instante la misión para la cual este avatar ha venido.
Todos Ustedes son almas sagradas y tienen asignado el papel que habrán de desempeñar en el drama de La Nueva Edad de Oro que vendrá…¨.



"BHAGAVAN SRI SATHYA SAI BABA" .



jueves, 1 de mayo de 2008

UN MOMENTO EN LA VIDA DE SWAMI: "YO SOY SAI BABA"



"YO SOY SAI BABA"
por N. Kasturi

El 8 de marzo de 1940, siendo aproximadamente las 7 de la tarde, Sathya saltó repentinamente, sujetando entre sus manos el pie derecho. En todo el pueblo se corrió la noticia de que un inmenso escorpión negro había picado a Sathya; no obstante ¡no se descubrió escorpión alguno!

Pero al día siguiente Sathya cayó en un estado de inconsciencia total que alarmó a su familia. Luego de que fuera revisado por un médico y cuando finalmente recobró el conocimiento, comenzó a manifestar una completa transformación de la personalidad que se evidenció en conductas tales como no contestar a las preguntas que le hacían, recitar largas estrofas en sánscrito sobre el más elevado Vedanta, predecir hechos que estaban por ocurrir y "abandonar" su cuerpo, mostrándose ausente.

Estas conductas misteriosas angustiaron a sus padres, quienes comenzaron un penoso peregrinar por médicos, curanderos, hechiceros y hasta un sádico exorcista, para que lograran volver a Sathya a la "normalidad", mas todo fracasó.

El 23 de mayo de 1940, Sathya se levantó como de costumbre, pero después de unos momentos llamó a todos los miembros de la familia, los reunió en torno suyo y les ofreció caramelos y flores sacados "de la nada". Al poco rato comenzaron a llegar los vecinos, y a cada uno le dio una bola de arroz cocido en leche, dulces y flores, que materializaba con un mero movimiento de su mano. Sathya parecía estar de muy buen ánimo, y entonces alguien fue a llamar a Venkappa Raju para que fuera a ver a su hijo. Venkappa llegó y se abrió paso entre el gentío que se había reunido; muchos le indicaron que debía ir a lavar sus pies, manos y rostro antes de acercarse al Otorgador de Dones. Esto lo enojó. No se sentía en absoluto impresionado; pensó que se trataba de algún truco, que Sathya escondía los objetos y los hacía aparecer con un juego de manos... Esto fue lo que me confesó al hablar sobre aquel día. Lo único que deseaba era concluir ese enojoso asunto antes de que terminara en alguna tragedia. Con una sonrisa de amargura enfrentó a su hijo y le dijo en voz alta, para que lo escucharan todos: "¡Esto ya ha ido demasiado lejos y le vamos a poner fin!". Tomando un palo, avanzó un paso hacia el niño y amenazó con golpearlo, gritándole al mismo tiempo: "¿Qué es lo que eres: un dios, un espíritu o un loco? ¡Dímelo!". La respuesta, el anuncio contenido por tanto tiempo, no se hizo esperar: "Yo soy Sai Baba".

Ante esto, cualquier argumento se volvió imposible. Venkappa Raju quedó tan atónito que perdió el habla; el palo cayó de su mano. Se quedó allí, mirando fijamente a Sathya, tratando de comprender las implicaciones de este anuncio: "Yo soy Sai Baba". Pero Sathya continuó: "Pertenezco al linaje de Apasthamba; soy del clan de Bharadwaja; soy Sai Baba; he venido para protegerlos de todo problema; mantengan sus casas limpias y puras". Toda esa tarde repitió varias veces los nombres del linaje y del clan o grupo religioso. El hermano mayor, Seshama Raju, se le acercó y le preguntó: "¿Qué quieres decir con 'Sai Baba'?". Sathya no le contestó, sólo le dijo: "Venkavaduta elevó sus plegarias para que Yo naciera en su familia, y por eso he venido".

¿Quién era este Venkavaduta? Cuando le pregunté a Seshama sobre él, me informó que en la familia había una historia acerca de un gran sabio antepasado que se llamaba Venkavaduta, considerado como Gurú por cientos de aldeanos en kilómetros a la redonda, y que había terminado sus días en Huseinpura, en el estado de Mysore.
El padre tuvo la idea de que Sai Baba era un musulmán que hablaba por la boca del niño, de modo que le preguntó: "¿Qué es lo que tenemos que hacer contigo?". La respuesta que recibió fue la siguiente: "¡Adórenme! ¿Cuándo? ¡Todos los jueves! ¡Mantengan puras sus mentes y sus casas!".

Los aldeanos oyeron con temor y extrañeza el nombre de Sai Baba. Cuando empezaron a indagar al respecto, dieron con un anacoreta que se decía ardiente devoto de un faquir llamado Sai Baba. Se propuso que Sathya fuera llevado ante él, pues era reconocido por saber todo lo concerniente a Sai Baba, y podía ser que descubriera el mal que sufría Sathya y sugiriera una solución. El anciano condescendió en ver al niño, pero no se mostró de humor para examinar sus méritos. Dictaminó que se trataba de un caso claro de desorden mental y aconsejó que se lo internara en una institución apropiada. Sathya lo interrumpió diciendo: "¡Claro que es un desorden mental!, pero, ¿de quién? ¡No eres sino un sacerdote familiar y eres incapaz de reconocer al mismo Sai a quien estás adorando!". Y mientras decía esto comenzó a sacar puñados de vibhuti (ceniza sagrada) de la nada y a esparcirlos en todas direcciones, en la habitación en que se encontraban.

Un jueves después, alguien desafió a Sathyanarayana y le dijo en el mismo modo en que los campesinos se dirigían al sacerdote del templo del pueblo cuando bailaba en éxtasis al estar, aparentemente, poseído: "Si eres Sai Baba, danos alguna prueba ahora". Baba le respondió: "Sí, lo haré", y todos se acercaron más. El ordenó: "Pongan en mis manos esas flores de jazmín". Así se hizo. Con un rápido ademán, las lanzó al suelo y dijo: "Miren". ¡Todos vieron que al caer, las flores habían formado unas letras en idioma telegu que decían: "Sai Baba"! OM SAI RAM

Tomado del libro "La Vida de Sai Baba"

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¨LA ENCARNACIÓN DIVINA¨