Un millonario africano que tenía varias propiedades en Zimbabwe, con muchos trabajadores a su cargo, se fue de viaje a la India, concretamente a Bombay. Allí se hospedó en un hotel, donde entabló amistad con algunos empleados del hotel, que eran devotos de Sai Baba. Éstos le hablaron de los milagros de Sai Baba, y coincidió que Swami estaba visitando su ashram de Dharmakshetra en esa ciudad. Por lo que fue a visitarlo con varios acompañantes, y allí obtuvo varias entrevistas con Swami. Cuando Baba regresó a Puttaparthi, decidió ir con él y estuvo allí varios meses. En las entrevistas que obtuvo allí, Swami le habló sobre el propósito del nacimiento humano en este planeta y sobre la necesidad de vivir de una forma pía y espiritual. Baba le hizo comprender que la Divinidad está presente en toda la Creación, y que el amor debería extenderse y compartirse con los demás, especialmente con los que trabajan para él. Tras unos meses en la divina presencia, Baba le aconsejó que regresara a su país, lo cual hizo a regañadientes, pues le costaba mucho separarse de Su Forma. Cuando llegó a su país descubrió que había habido problemas políticos y que los miembros de un partido minoritario se habían hecho con el poder. Habló con su capataz, y éste le dijo que milagrosamente no hubo ningún disturbio en su rancho y sus propiedades, sino que más bien al contrario, sus trabajadores habían sido muy considerados y demostraron una total lealtad hacia él, ¡lo cual era inimaginable dadas las circunstancias! A su llegada al rancho, invitó a cenar a todos sus empleados. Llevaba con él una fotografía de Sai Baba que llevaba envuelta en una tela. Le preguntó a todos sus empleados sobre su salud y su situación, cosa que no había hecho nunca antes. Les agradeció su lealtad en aquellos tiempos tan difíciles, y después de cenar les contó su encuentro en la India con el Dios Viviente y los días maravillosos que pasó en su divina presencia, que lo habían convertido en un veadero ser humano. Les dijo que iba a enseñarles su imagen, y destapó la imagen que había traído de Swami. Pero para su sorpresa, al contemplarla no demostraron ninguna traza de curiosidad, sino que más bien al contrario, ¡comenzaron a reírse! Entonces el capataz se levantó, y le dijo: "Usted puede que lo haya visto en India, pero hasta ayer, nosotros lo veíamos a diario en el campo. El primer día le vimos a lo lejos en el horizonte, muy temprano, mientras el sol salía. Le vimos levantar sus manos y bendecirnos. Más adelante vino hacia nosotros y nos estuvo hablando. Esto ocurrió en los días en que usted estuvo fuera. Nos enseñó la importancia de permanecer leales a aquéllos que nos dan trabajo para poder ganarnos la vida. Nos enseñó el mismo camino del amor que le enseñó a usted. ¡Parece ser que el mismo Dios que estuvo con nosotros lo ha protegido también a usted! ¡Sí señor, nosotros le estuvimos viendo casi cada día!" El increíble recuento de lo sucedido dejó completamente perplejo al patrón, ¡que estuvo durante todo ese tiempo con Swami en Prasanthi Nilayam!
OM SAI RAM.
(Traducido por Anandaswarupa de un Discurso pronunciado en
Prasanthi Nilayam por el Dr. Nithyananda Menon ante la Divina
Presencia)
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