NINGUNA OTRA comunidad humana ha estudiado tan profundamente como la hindú el problema del nacimiento y la muerte, de lo que se supone que sucederá después de la muerte y de la continuidad de las consecuencias de pensamientos, palabras y acciones. Las soluciones que descubrieron y verificaron son tan universales, tan convincentes y tan beneficiosas para la elevación individual y social, que han resistido las pruebas de siglos de evaluación crítica por estudiosos y sabios de todo el mundo. Un aspecto notable de esas investigaciones es que la razón nunca ha sido puesta en segundo lugar. En cada paso la práctica espiritual debe ser reforzada por la razón. La práctica espiritual es la medicina, y la evaluación inteligente de los resultados y dificultades es el régimen. La enfermedad de la ignorancia se cura con la tableta de la sabiduría; es decir, la dañina consecuencia de la ignorancia se cura por medio del conocimiento supremo. Sin embargo, el progreso espiritual no es un mero ejercicio intelectual. Es el vivir correcto, la buena conducta, el comportamiento moral. Estas actitudes son la consecuencia automática de la creencia en un Dios bueno, justo y compasivo, que está observando y presenciando cada acto. De modo que la fe en un Dios Omnipresente, Omnisciente y Omnipotente es el primer prerrequisito para una vida buena.
Empiecen la práctica de la bondad con su madre y su padre. Sírvanlos, complázcanlos, honren su memoria, vuélvanse merecedores de su gratitud. Expandan el amor y el servicio hasta abarcar dentro de su horizonte a todos los seres vivientes, pues todos somos altares del mismo Dios. Él es descrito en los Vedas "con mil cabezas". Así que no se adhieran a los "solistas", a los que en religión dicen que "sólo Él es Dios"; súmense a los "tambienistas", los que saben que él también es Dios. Cada una de las cabezas que yo veo delante de mí, todas, las quince mil, son mi cabeza; pues es la cabeza de Dios, como se menciona en los Vedas. Cada lámpara es alimentada por la misma corriente interna. No dejen que la lámpara piense que está brillando por su propia voluntad; hagan que sea humilde porque no es sino un instrumento usado por la corriente para dar luz.
Si cada uno sigue sus propios instintos habrá caos. S¡ cada uno decide perseguir su propio deseo (o aun su propia razón, puesto que, después de todo, la razón puede ser usada para justificar las propias predilecciones y prejuicios, el hombre descenderá al nivel de los monos o a algo peor. Así, el hombre debe dejarse guiar por la sabiduría del pasado, por los límites indicados por quienes deseaban su bien: los sabios, los Shastras o los códigos morales establecidos para guiar su exploración de la conciencia en él. Los Shastras sólo canalizan los impulsos que surgen en los hombres. Como la semilla que puede brotar y crecer sólo dentro de la tierra, todas las diversas emociones, los sentimientos y los impulsos brotan sólo de la mente del hombre. Si su mente es firme, nada podrá llevarlos a ustedes a la indecisión o la indiferencia.
Cuando Tukaram salía de su ermita, una mañana, para hacer sus saludos ceremoniales al sol naciente, sus ojos se fijaron en el palanquín, la orquesta y la parafernalia real que Shivaji había enviado para llevarlo a la corte, y les dijo a los emisarios del emperador: "¿Por qué han traído este coche fúnebre? Nadie ha muerto aquí; todavía puedo caminar. Díganle al emperador que todavía no lo necesito".
La fe en Dios debe inducirlos a correr y caer a los pies del Señor, sin importar lo que otros pudieran decir, o aun lo que pueda pasarles. Miren a la mariposa nocturna; contempla la llama, es irresistiblemente atraída por el impulso interno de escapar de la oscuridad, se precipita sobra la llama y muere. Vean a la abeja; descubre el néctar en el loto; se posa en él y liba llena de felicidad pura; no está consciente de nada más; se pone el sol y los pétalos se cierran; la abeja queda aprisionada, aunque no lo sabe. Muere antes de que el loto vuelva a florecer con el alba. Pero tanto la vida de la mariposa nocturna como la de la abeja son ambas meritorias, pues representan la fusión del Alma individual con Brahman.
El Alma individual que lucha por fundirse con Brahman se queja lastimeramente, como el peregrino que va hacia Tirupnti se lamenta: "¡Oh, Señor!, tú estás sobre las Siete Colinas, yo estoy abajo en las llanuras". Por lo tanto, se dice que el Alma individual debe elevarse a ese nivel y con sus oraciones persuadir al Señor de que baje hacia él y lo bendiga con su presencia. Esto es erróneo. El Señor no está ni arriba ni abajo; está adentro, aunque no se vea porque el corazón no está limpio. Dedíquense al karma hasta que logren esta limpieza; entonces, cuando el Señor que vive en ustedes sea reconocido, todos sus actos promoverán el bienestar del mundo.
Algunas personas dicen que creerán en Dios sólo cuando se les conceda alguna experiencia de la voluntad divina. ¿Cómo puede surgir la fe en la voluntad divina en personas con una actitud así? Carecen de un verdadero deseo de experimentar; entonces, ¿cómo podrían ayudarles algunos ejemplos? Claro está que si no tienen fe, son ellos quienes salen perdiendo. El Señor no se preocupa. Dos y dos hacen cuatro, aun cuando algunos juren que no creen en ello.
Empiecen la práctica de la bondad con su madre y su padre. Sírvanlos, complázcanlos, honren su memoria, vuélvanse merecedores de su gratitud. Expandan el amor y el servicio hasta abarcar dentro de su horizonte a todos los seres vivientes, pues todos somos altares del mismo Dios. Él es descrito en los Vedas "con mil cabezas". Así que no se adhieran a los "solistas", a los que en religión dicen que "sólo Él es Dios"; súmense a los "tambienistas", los que saben que él también es Dios. Cada una de las cabezas que yo veo delante de mí, todas, las quince mil, son mi cabeza; pues es la cabeza de Dios, como se menciona en los Vedas. Cada lámpara es alimentada por la misma corriente interna. No dejen que la lámpara piense que está brillando por su propia voluntad; hagan que sea humilde porque no es sino un instrumento usado por la corriente para dar luz.
Si cada uno sigue sus propios instintos habrá caos. S¡ cada uno decide perseguir su propio deseo (o aun su propia razón, puesto que, después de todo, la razón puede ser usada para justificar las propias predilecciones y prejuicios, el hombre descenderá al nivel de los monos o a algo peor. Así, el hombre debe dejarse guiar por la sabiduría del pasado, por los límites indicados por quienes deseaban su bien: los sabios, los Shastras o los códigos morales establecidos para guiar su exploración de la conciencia en él. Los Shastras sólo canalizan los impulsos que surgen en los hombres. Como la semilla que puede brotar y crecer sólo dentro de la tierra, todas las diversas emociones, los sentimientos y los impulsos brotan sólo de la mente del hombre. Si su mente es firme, nada podrá llevarlos a ustedes a la indecisión o la indiferencia.
Cuando Tukaram salía de su ermita, una mañana, para hacer sus saludos ceremoniales al sol naciente, sus ojos se fijaron en el palanquín, la orquesta y la parafernalia real que Shivaji había enviado para llevarlo a la corte, y les dijo a los emisarios del emperador: "¿Por qué han traído este coche fúnebre? Nadie ha muerto aquí; todavía puedo caminar. Díganle al emperador que todavía no lo necesito".
La fe en Dios debe inducirlos a correr y caer a los pies del Señor, sin importar lo que otros pudieran decir, o aun lo que pueda pasarles. Miren a la mariposa nocturna; contempla la llama, es irresistiblemente atraída por el impulso interno de escapar de la oscuridad, se precipita sobra la llama y muere. Vean a la abeja; descubre el néctar en el loto; se posa en él y liba llena de felicidad pura; no está consciente de nada más; se pone el sol y los pétalos se cierran; la abeja queda aprisionada, aunque no lo sabe. Muere antes de que el loto vuelva a florecer con el alba. Pero tanto la vida de la mariposa nocturna como la de la abeja son ambas meritorias, pues representan la fusión del Alma individual con Brahman.
El Alma individual que lucha por fundirse con Brahman se queja lastimeramente, como el peregrino que va hacia Tirupnti se lamenta: "¡Oh, Señor!, tú estás sobre las Siete Colinas, yo estoy abajo en las llanuras". Por lo tanto, se dice que el Alma individual debe elevarse a ese nivel y con sus oraciones persuadir al Señor de que baje hacia él y lo bendiga con su presencia. Esto es erróneo. El Señor no está ni arriba ni abajo; está adentro, aunque no se vea porque el corazón no está limpio. Dedíquense al karma hasta que logren esta limpieza; entonces, cuando el Señor que vive en ustedes sea reconocido, todos sus actos promoverán el bienestar del mundo.
Algunas personas dicen que creerán en Dios sólo cuando se les conceda alguna experiencia de la voluntad divina. ¿Cómo puede surgir la fe en la voluntad divina en personas con una actitud así? Carecen de un verdadero deseo de experimentar; entonces, ¿cómo podrían ayudarles algunos ejemplos? Claro está que si no tienen fe, son ellos quienes salen perdiendo. El Señor no se preocupa. Dos y dos hacen cuatro, aun cuando algunos juren que no creen en ello.
Sai Baba
Prashanti Nilayam
14 X 67
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