Discursos
dados por Sai Baba
( Impreso en
castellano en Mensajes de Sathya Sai,
Tomo 01 cap.
2 )
Saranagati
20 de
Febrero de 1955
Prashanti
Nilayam
Mahashivarathri
No digo discursos. Mis charlas son más bien conversaciones; quiero que
ustedes sigan con atención reverente cada palabra de lo que digo, pues su
anandam es mi aharam, su bienaventuranza es mi alimento. Pueden obtener
ananda solamente siguiendo el consejo que les doy y es por esto por lo que
insisto en que deben escuchar con cuidado y tomar a pecho todo lo que digo.
Esta no es una conferencia pública de la cual no tratan de sacar nuevas
lecciones para la vida.
El Señor es una montaña de prema; todo un ejército de hormigas que se
lleve los pedacitos de dulzura no podrá agotar su abundancia. Es un océano de
compasión, sin costas que lo limiten. La devoción es el camino más fácil para
ganarse su gracia y también para darse cuenta de que Él todo lo penetra, de que,
en realidad, ¡lo es todo!
Saranagati, o sea el dejarlo todo a su voluntad, es la más alta forma
de devoción. Una vez un brahmin cruzaba el lecho de un río cerca del lugar
donde algunos hombres lavaban ropa. Viendo que él llevaba un lindo uttariyam1
de seda en el hombro, le cayeron todos encima, gritando que pertenecía al
palacio y que se los habían dado para lavarlo, pero que se los habían robado
y no lo encontraban. Cuando lo empezaron a golpear, el pobre brahmin gritó:
"Narayana, Narayana" y éste se levantó de su asiento en Vaikuntha y
empezó a caminar; pero un momento después regresó y volvió a sentarse para
sorpresa de su consorte que le preguntó la razón de su extraño
comportamiento. Narayana dijo: "Quería ayudar a ese pobre brahmin que ha
caído en una guarida de ladrones, pero él empezó a darles golpes, golpe por
golpe y así mi ayuda ya no es necesaria".
Cuando la devoción está empezando a surgir como un retoño se necesita
una cerca para proteger la tierna planta; esa cerca es el sanathana dharma o
ley eterna y sus reglas, regulaciones y restricciones, direcciones y órdenes.
Cuando la fruta está verde no cae aun cuando la azote un vendaval; mas cuando
la fruta está madura, cae al suelo incluso en el silencio de la noche. ¡Un
pequeño fuego se transformará en humo si se le ponen ramas verdes, pero el
incendio forestal reducirá a ceniza al árbol más verde que impida su terrible
marcha! Lo que se necesita es la conquista del ego. El buey grita: "ham
hai, ham hai", yo soy, yo soy, en su orgullo. Así cuando tiene apenas
unos días de vida, lo amarran a un poste, lejos de su madre; lo hacen
trabajar hasta reducirlo a la piel y los huesos, pero, a pesar de ello, el
animal no aprende la lección de la humildad. Aun su piel, cuando está bien
templada sobre un tambor, suena egoístamente: "ham, ham, ham". La
piel ha de ser cortada en finas cuerdas y sólo entonces, habiendo sido
estiradas esas cuerdas, es cuando el buey revela que se ha beneficiado de
todo el castigo que ha sufrido; murmura: "thum, thum, thum", tú,
tú, tú, y su ego ha desaparecido. El haridasa va por las calles cantando las
glorias del Señor. Tiene los dos címbalos, el eterno dúo de lo bueno y lo
malo, de la alegría y del dolor, de la pena y del placer en su mano derecha y
tañe el tamboura de la ronda de nacimientos y muertes (samsara) con la
izquierda. El samsara es el aire al cual sus cantos deben ajustarse, es el
sruti o tono. Pero ambos, el sruti y el marcar el tiempo tienen el fin de
realizar el efecto de su canto, el himno a la gloria de Dios.
Recuerdo haberle dicho a una persona en Maharashtra, en mi anterior
cuerpo (sariram) que ha y tres tipos de devoción: el método del pájaro
(vihanga), en el cual el devoto, como un pájaro que se abalanza sobre la
fruta madura en el árbol, es demasiado impaciente y por la misma impaciencia
que demuestra, pierde la fruta, que cae fuera de su alcance; el método del
mono (markata), en el cual un mono atrae hacia sí una fruta tras otra, pero
por indecisión es incapaz de escoger la que desea (el devoto vacila y cambia
su mirada demasiado a menudo perdiendo así todas las oportunidades de éxito);
y el método de la hormiga (pipilika), en el cual, como la hormiga que
lentamente pero con firmeza camina hacia el dulce, ¡el devoto va directo, con
atención indivisa hacia el Señor y es así como gana su gracia!
La devoción o bhakthi y la sinceridad y constancia (sraddha) son los
dos remos con los cuales pueden empujar la barca por el mar de samsara. El
niño le dice a la madre en la noche: "Madre, despiértame cuando tenga
hambre". La madre le responde: "No hace falta, el hambre te
despertará". Así, cuando llega el hambre de Dios, Él mismo les avisará y
les hará buscar el alimento que necesitan. Dios da el hambre y Él suministra
el alimento; Él les ha dado la enfermedad y Él cultiva los específicos que
requieren. ¡Su deber es ver que sean el hambre y la enfermedad apropiados y
que usen el alimento o la medicina adecuada!
El hombre debe ser uncido al samsara y domado; ese es el
adiestramiento que le enseñará que el universo (jagat) es un engaño (mithya);
ningún discurso les convencerá de que es un engaño a menos que lo
experimenten realmente. Toquen el fuego y experimenten la sensación de la
quemadura; no hay nada como esto para enseñarles que deben evitar el fuego. A
menos que lo toquen, sólo tendrán conciencia de su luz. Pero es luz y calor a
la vez; lo mismo que este mundo es a la vez sathya o verdad y asathya o no
verdad, o sea mithya o falso.
En la actualidad se tiene por corriente el hábito de juzgar a los
demás y de llamarlos devotos (bhakthas) o ateos (nastikas). ¿Qué saben de lo
que pasa en el interior de la mente ajena? Hubo una vez una gran reina que
era devotísima de Rama; se sentía muy triste porque su esposo, el rajá, no
mencionaba nunca el nombre de Rama y no tuviera ninguna devoción. Había hecho
el voto de que en la primera ocasión en que tuviera prueba de su devoción o
por lo menos, de su respeto por el Ramanama (el nombre de Rama) llevaría a
cabo pujas o adoraciones ritualísticas en todos los templos y daría de comer
con abundancia a los pobres. Una noche, mientras dormía profundamente, el
rajá pronunció de un modo doloroso y devoto el nombre de Rama tres veces.
Ella oyó el namasmarana, y feliz al descubrir la devoción de su esposo por
Rama, ordenó grandes fiestas por todo el reino y que se diera de comer a los
pobres. El rajá no sabía la razón de la celebración pues sólo se le dijo que
los funcionarios llevaban a cabo una orden de la rani. Del mismo modo, un
esposo puede no conocer la excelencia de los logros espirituales de su
esposa. Es el caso de una pareja que iba por una espesa selva de peregrinaje
a un templo inaccesible. El esposo vio en el sendero una piedra preciosa que
brillaba entre las hojas cuando los rayos del sol se reflejaban en ella.
Rápidamente, con un movimiento del pie echó sobre la piedra un poco de arena
para que su esposa no tuviera la tentación de recogerla y no se esclavizara
con la joya. La esposa vio el ademán y reprendió a su esposo por conservar en
su mente una distinción entre la arena y el diamante, pues para ella ambos
eran iguales.
El rajá que mencionó en su sueño el sagrado nombre de Rama se
arrepintió mucho, según la historia, de que hubiera dejado escapar el
Ramanama de su boca, pues creía que nadie debía saber de su amor por Rama.
Hay muchas personas que no dicen nada de su gurú o de su nombre y forma
favoritos, pero los declaren o no, deben mantenerlos siempre presentes en su
conciencia. El Ramanama o cualquier otro nombre debe ser tan constante como
el respirar. Para ello, la práctica es esencial. Una persona le dijo una vez
al doctor Johnson, el famoso pensador inglés que con todas las miles de cosas
que tenía que hacer de la mañana a la noche y hasta muy entrada ésta, rara
vez encontraba tiempo para recitar el nombre de Dios. El doctor Johnson
replicó con otra pregunta. Le inquirió acerca de cómo los millones de
personas encontraban espacio para vivir en la superficie de la Tierra, que
está hecha de dos tercios de agua y el resto de montañas, desiertos, selvas,
regiones heladas, lechos de ríos, ciénagas y áreas igualmente inadecuadas. El
inquiridor respondió que el hombre luchaba por encontrar de algún modo
espacio vital. Asimismo, dijo el doctor Johnson, el hombre debe de alguna
manera encontrar unos cuantos minutos durante el día para orarle a Dios.
La devoción y la actitud de saranagati o entrega, que es su fruto
final, les dará gran valor para afrontar cualquier emergencia; ese valor es
lo que se llama vairagya o desprendimiento o desapego. La historia de
Mohajith es un buen ejemplo de este tipo más elevado de vairagya. Mohajith,
el príncipe, fue a ver a un sabio en la selva para buscar consejo en el
sendero espiritual. El sabio le preguntó si había conquistado el moha o apego
a cosas materiales, como indicaba su nombre. El príncipe dijo que no
solamente él sino todo el mundo en su reino lo había hecho. Así es que el
sabio empezó a poner a prueba la verdad de tal afirmación. Tomó las ropas del
príncipe, las mojó en sangre y corrió al portón del palacio con la horrenda
historia del asesinato del príncipe por bandidos de la selva. La sirvienta
con quien se encontró rehusó apresurarse a llevar la noticia a los
apartamientos reales porque dijo: "Él nació, él murió; ¿cuál es la
urgencia especial de esta noticia que deba interrumpir mi rutina y correr
hacia el rey y la reina?" Cuando por fin logró una audiencia y pudo
comunicar la triste noticia al padre, éste se quedó sentado inmutable,
murmurando para sus adentros: "El pájaro voló del árbol donde se había
posado para descansar". La rani también quedó inmutable. Le dijo al
sabio que esta tierra es una posada adonde los hombres llegan y se quedan
durante la noche y que al despuntar la aurora, uno por uno, van siguiendo su
propio camino. Parientes y amigos son las palabras que usamos para el apego a
los viajeros que tratamos en la posada durante el corto periodo de nuestro
conocimiento. La esposa del príncipe muérto también quedó impávida; dijo:
"El esposo y la esposa son como dos pedazos de madera que van a la
deriva por un río desbordado; flotan cerca el uno del otro durante un tiempo
y cuando se atraviesa alguna corriente entre ellos, se separan; cada cual
debe seguir adelante hacia el mar a su propia velocidad y a su propio
tiempo". El sabio se sintió muy feliz al ver este desprendimiento tan firme
y sincero entre los gobernantes y los gobernados. Regresó a la selva y le
dijo al príncipe que mientras estaba fuera, un ejército hostil había invadido
su reino y matado a toda la familia real y capturado al reino y esclavizado a
sus súbditos. Recibió la noticia con calma y dijo: "Todo esto es apenas
una burbuja. Guíame para que alcance lo infinito, lo imperecedero".
Semejante desapego es producto de la gracia del Señor; se necesitan
generaciones de perfeccionamiento (samskara) y lucha. Mientras tanto ustedes
deben empezar con el primer paso: la purificación de la mente y el cultivo de
la virtud. Aun cuando ustedes no comiencen con este paso, por lo menos no se
burlen de aquellos que lo hacen ni los desanimen. ¡Por lo menos hagan esto!
Luego, no dependan de otros para hacer su propio trabajo, ocúpense de sus
propias necesidades personales. Cúbranlas ustedes mismos; esto es verdadera
libertad. Nunca acepten nada gratis de otros, devuélvanlo, en servicio o en
trabajo. Esto hará que se sientan con estimación propia. El recibir un favor
significa que, quedarán atados a la persona que lo hace. Crezcan en
estimación y dignidad propias. Este es el mejor servicio que pueden hacerse a
ustedes mismos.
La Tía Luna es tía para todos los niños del mundo. Así, el Señor es el
padre de cada uno, a cuya propiedad parcial cada uno puede pretender. Pero a
fin de obtener su parte, deben llegar a cierta edad, a cierto nivel de
inteligencia y de discernimiento. A los inválidos y a los idiotas, Él no los
considerará merecedores de recibir esa propiedad. Su bien es la gracia, el
prema o amor divino. Pero si tienen discernimiento y desprendimiento, pueden
reclamar su porción como un derecho.
Traigan su devoción y pónganla aquí y a cambio llévense de aquí el
shakti o poder. Cuanto más lo hagan más me complacen. Traigan lo que tienen,
así sean sus penas y dolores, sus preocupaciones y ansiedades, y tomen de mí
alegría y paz, valor y confianza. Para mí no hay preferencia entre los
devotos. La madre dedica más tiempo al niño enfermo; sólo les pide a los
mayores que se las arreglen solos; con sus propias manos le da de comer al
infante. Esto no significa que no ame a los mayores. Así también, no piensen
que porque no doy ostensiblemente más atención a una persona, ésta se halle
fuera del alcance de mi prema.
También sepan esto. En la vida de este Avatar, los malos no serán
destruidos; serán corregidos y reformados y educados y conducidos de nuevo al
camino del cual se han alejado. El árbol infestado de comején no será
cortado: será salvado. Además este Avatar no escogerá como centro de sus
lilas (actos o diversión), mahimas (milagros) y upadesha (enseñanza) ningún
otro lugar que no sea el lugar donde ocurrió su nacimiento. Este árbol no
será trasplantado; crecerá donde primero surgió de la tierra. Otra cosa
especial es que este Avatar no tiene ninguna afinidad o apego en su carrera
con los miembros de la familia en la cual apareció. Al contrario de las
apariciones de Rama, Krishna, etc., donde la vida se desarrolló en su mayoría
entre y para los miembros de la familia, este Avatar es para los bhakthas,
devotos, los aspirantes, los sadhus y los sadhakas solamente. No practica
ningún japa (repetición de nombres santos), dhyana (meditación) ni yoga. No
adora a nada. No ora a nada pues es lo más alto. Sólo les enseña a ustedes a
adorar y a orar.
A un hombre mundano, una persona ebria de Dios le parecerá loca y se
reirá de ella. Mas al hombre ebrio de Dios, el hombre mundano le parecerá
insano, tonto, descarriado, ciego. De todas las insanias que acosan al
hombre, la locura por Dios es la menos dañina, la más beneficiosa. El mundo
ha sufrido incontables daños debido a sus gobernantes y guías dementes; pero
nada que no sea armonía, paz, hermandad y amor ha surgido de la demencia del
hombre por Dios.
Prashanti Nilayam: Mahashivaratri, 1955.
En 1955 MahaShivaratri se celebro el domingo 20 de febrero
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