Inmanente a Ti
Prashanti Nilayam, 4/3/1962
Mahashivaratri
Acaban de oír hablar a cuatro personas acerca de la revista Sanathana Sarathi y del valor que los
lectores obtienen de ella. Sé que han estado sentados en el suelo por más de
una hora y que volverán más tarde por otras sesiones que continuarán durante
toda la noche. Permítanme decirles que,
lejos de condolerme de ustedes, los felicito por su resistencia, pues estas
penalidades son las que purifican sus vidas.
El llamarlas penalidades es señal de engaño y de ignorancia de los
valores.
En este momento, el país entero está bajo la sombra de un temor,
el temor de ashtagrahakuta, o sea, el
efecto conjunto de ocho planetas que convergen en una línea durante corto
tiempo. A fin de impedir el maleficio,
personas que hasta ahora no han regalado ni un céntimo de caridad, están
gastando pródigamente en sacrificios y oraciones, a fin de apaciguar a los
poderes planetarios. Hasta ahora todo
está bien: ¡que algún dinero fluya al de otro que lo necesita más! ¡Que el
dinero circule! ¡Que el espíritu de caridad crezca, aun cuando sea por pánico!
Pero la calamidad, el peligro, la muerte, no pueden ser evitados para siempre;
son factores ineluctables de la vida.
Deben aprender a vivir valerosamente con ellos. Esto se puede lograr sólo por medio de la
oración ininterrumpida, no por arrebatos de adoración provocados por un temor
repentino. Purifiquen sus corazones, sus pensamientos, sus sentimientos, sus
emociones, su habla; fortalezcan sus impulsos más nobles; así ningún pánico
podrá desanimarlos; nada podrá alterar su estabilidad, su gran paz.
Sus plegarias serán oídas y contestadas; el Señor no hace ningún
distingo entre grande o pequeño, entre alto o bajo. En Bengala vivía un devoto llamado Madhavadasa, quien cuando su esposa
murió se dio cuenta de que había perdido su griha,
¡su hogar!, pues su grihalakshmi, la
diosa de su hogar, ya no existía; entonces regaló todas sus riquezas a los
pobres, se puso una túnica de tela de gerua y vagó solo como peregrino hasta el
templo Jagannatha. Allí tales penitencias que la imagen de
concreto pronto se volvió la realidad abstracta, y la realidad abstracta se
convirtió en una visión perpetua. Él
perdió todo sentido de tiempo y espacio, de consciencia y de inconciencia. Entonces, el Señor, como Subhadra, Su aspecto de shakti,
se acercó y colocó delante de él, el
plato de oro usado por los sacerdotes para poner alimento frente a Jagannatha y el sanctasanctórum. Cuando Madhavadasa
despertó de su arrobamiento, vio el plato de oro con la gran porción de
deliciosa comida; comió hasta saciarse y regresó al paraíso interno que había
dejado por un momento.
Mientras tanto, el plato había sido reportado perdido,
presumiblemente robado, y fue descubierto a la orilla del mar, cerca de Madhavadasa, a quien detuvieron
enseguida y llevaron a la cárcel unos policías muy eficientes. Fue golpeado sin piedad, pero parecía que no
le importaba nada. Esa noche el
sacerdote principal tuvo un sueño en el cual Jagannatha le pidió no trajera más comida para el Señor en el
templo, pues le dijo: “Tú me traes
comida, y cuando me la como, me empiezan a golpear”. Este se percató
entonces, que era el juego del Señor para demostrar la devoción de Madhavadasa
y enseñarles a los demás, la verdadera naturaleza de la devoción.
A algunos eruditos y pandits
de Puri, no les agradó ver esta repentina fama de un extranjero de Bengala, así
que llamaron a Madhavadasa ante sí y
lo retaron a un duelo intelectual. Madhavadasa
no era un pandit de ese tipo; él había estudiado los Shastras solamente como un bastón para ayudarse a caminar, como una
guía para la acción; no como un palo para pegarles a los demás. De manera que aceptó la derrota aun antes de
que comenzara la lid y firmó una declaración a tal efecto, que el líder de los
pandits aceptó feliz porque Madhavadasa
tenía una reputación de erudición que realmente pasmaba. El pandit
corrió a Kasi con esa muestra de victoria; la agitó delante de una asamblea de
eruditos y demandó que todos le rindieran homenaje a él como superior hasta a Madhavadasa. Pero el Señor no permite que Su devoto sea
humillado. ¡Cuando desplegaron la declaración escrita y la leyeron, todos
quedaron asombrados de ver que decía que Madhavadasa
había obtenido la victoria y el pandit había firmado abajo reconociendo su
propia derrota! El Señor no se queda
silencioso cuando Su devoto es insultado o agraviado.
Pero, recuerden, la palabra es devoto. Bien, ¿quién es un devoto? Y ¿cómo ustedes
pueden aspirar a los privilegios e esa posición? A menos que tengan una fe
inquebrantable, no merecen ese nombre.
Si están firmes en esa fe, el éxito será suyo, sin duda. Pero no piensen que estoy enojado o
descontento con ustedes por ello. Esta
noche, la producción de lingam es Mi deber, Mi responsabilidad, más bien, Mi
naturaleza, que debe revelarse en este santo día.
Le regalé a Kasturi y
a Thirumalachar unos chales y los
bendije al comienzo de esta asamblea puesto que escribieron Mi vida en inglés y
en telugu. El libro se llama Sathyam, Shivam, Sundaram.
Algunos de ustedes quizá se preguntarán por qué me gusta la
publicación de este libro sobre Mi vida.
Bueno, me agrada la producción de toda clase de cosas y entonces, ¿por
qué no habría de gustarme ésta? Respondí
a las plegarias de los devotos y les permití que la escribieran (“Ramayathi ithi Rama” Aquel que complace es
Rama). La alegría del devoto
satisface al Señor; la alegría del Señor es la recompensa del devoto.
El título Sathyam, Shivam,
Sundaram está lleno de significado.
Habla de Mí como inmanente en cada uno de ustedes, recuerden. Sathya
o la Verdad, es la realidad básica de todos ustedes; por esto se resienten
cuando se les dice mentirosos. El “Yo”
verdadero de ustedes es inocente; no acepta una imputación falsa. No está muerto (shavam) sino auspicioso (shivam);
es bueno (shubam), permanente (nithyam), bienaventurado (anandam). ¿Cómo podrían entonces soportar que se les
dijera otra cosa? El verdadero Yo de
ustedes es belleza, de manera que no les gusta que le digan feos. El Atma se ha
enredado en el cuerpo que no le place; se apesadumbra de vergüenza cuando lo
identifican con el cuerpo y le atribuyen las debilidades y deficiencias de ese
vehículo físico.
La revista Sanathana
Sarathi es el resultado de Mi Voluntad Divina, de Mi entusiasmo, de Mi Ananda.
Nada puede interponerse en el camino cuando decido dar algún paso. Cuando el principio del Paramatma asume forma humana y aparece, no con Su Poder Supremo y
Su forma Suprema, sino con un poder de maya y una forma de maya, es difícil comprenderlo, especialmente cuando toman una
actitud vacilante. Todas las dudas
cesarán una vez que comprendan el objeto y el procedimiento de este avatar.
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