( Impreso en castellano en Sobre la
Meditacion (Dhyana Vahini) cap. 2y3 )
Para el hombre la vida es agradable o no, dependiendo básicamente de
su actitud hacia ella. Observen cómo el mismo objeto se torna placentero o
desagradable, según la ocasión. Aquello a lo que se le daba la bienvenida con
gran cariño en determinado momento, se vuelve odioso en otro, sin que
siquiera exista el deseo de verlo. En tales ocasiones, el estado de nuestra
mente es la causa de estas fluctuaciones. Por lo tanto, es necesario
entrenarla para mantenerla siempre en un estado plácido.
Las aguas del río saltan desde las montañas, caen en los valles y
corren por los desfiladeros; más adelante, los tributarios se les unen en
varios puntos, y ellas se tornan turbias y sucias. Así también, en el flujo
de la vida humana la velocidad y el poder aumentan y disminuyen. Estos altos
y bajos pueden darse en cualquier momento de la existencia. Nadie puede
escapar a ellos, ya sea que se presenten al principio, al final o a la mitad
de nuestra vida. De modo que el hombre debe convencerse de que la vida está
necesariamente llena de altos y bajos, y que en vez de temerles y preocuparse
por ellos, debe darles la bienvenida como enriquecedores de su experiencia.
No solamente debe sentirlo así, sino que debe alegrarse y sentirse feliz con
cualquier cosa que le suceda. Entonces, todas las dificultades, cualquiera
que sea su naturaleza, pasarán rápidamente. Para esto, el temple de la mente
es imprescindible.
A cada instante surgen y se acumulan en el hombre incitaciones y
tentaciones que provienen de su interior y del exterior. El no puede prestar
atención a todas ellas al mismo tiempo. Así que fija su atención solamente en
la más importante de todas. Esto se denomina concentración. La concentración
es necesaria para captar con precisión cualquier tema. Dirigir
intencionalmente la atención hacia un tema y Fijarla en él, es "fijación
en un solo punto", lo cual también es un estado de la mente. La
concentración y la fijación en un solo punto ayudan a enfocar el esfuerzo en
la tarea elegida.
La concentración es indispensable para todos. Es la base para el éxito
en cualquier empresa. Es necesaria no solamente para la consecución de la
meditación, sino también para los asuntos mundanos y de la vida diaria.
Cualquiera que sea la tarea de la que uno se ocupe, si la realizamos con
concentración, desarrollaremos confianza y respeto en nosotros mismos, porque
éstos son el resultado de la actitud de nuestra propia mente. La mente puede
inclinarse tanto hacia el mal, como hacia el bien. La atención concentrada
debe ser empleada para mantener la mente ligada únicamente a estímulos
positivos. El éxito o el fracaso en la buena tarea, dependerá de esta
"fijación en un punto", es decir, la concentración en un solo
propósito.
Tal "fijación en un punto" aumentará el poder y la
habilidad; no se podrá adquirir si antes no se conquistan los deseos mundanos
que distraen la mente. La fijación en un punto, la conquista de la mente, se
adquieren mediante el ejercicio de la meditación.
Existen dos clases de individuos: un grupo es de los que se acusan a
sí mismos de pecadores y el otro, los que se proclaman grandes. ¡Ambos no
hacen más que preocuparse de sus propias aberraciones mentales! Lo que ambos
necesitan es satisfacción mental, y ésta puede conseguirse por medio de la
meditación porque, a través de ella, aumentará la comprensión y crecerá la
sabiduría.
Para tal fin, el individuo deberá desarrollar el interés y gusto por
la meditación. Es decir, un anhelo que no admite ningún otro proceder y que
no tolere ningún obstáculo. Por supuesto, uno puede anhelar oír música y
sentir un gran placer con ello, o ver el cuerpo exánime de algún pariente
cercano y entristecerse por ello. El anhelo puede, entonces, tener
consecuencias placenteras o desagradables. El anhelo debe tener la potencia
para inspirar la voluntad del esfuerzo; de hecho, el anhelo no es más que el
esfuerzo latente; esforzarse en algo es el anhelo en acción. Cuando el anhelo
es débil, el esfuerzo decae; uno es fuerte, el otro es activo.
La meditación da concentración y éxito en todas las empresas. Es
precisamente a través de la meditación que algunas grandes personalidades y
sabios han controlado sus actividades mentales, y las han dirigido hacia el
sendero que practica la meditación con entrega, dedicando todos los actos a
Dios, y se establecieron permanentemente en la contemplación del Señor,
triunfando, finalmente, en lograr la unión con la Naturaleza Divina. Primero,
el anhelo; después, la elección del objetivo; enseguida la concentración, y a
través de la disciplina, la conquista de la mente. Tal es la meta de la
meditación.
El hombre debe renunciar a sus ansias de comodidad material y al apego
por los objetos de los sentidos. Debe descartar los falsos temores, los
absurdos deseos, la congoja, las preocupaciones y los placeres artificiales
que ahora llenan su mente. Es decir, él debe distinguir entre las cosas y
prepararse para darse cuenta de que todo es tan ilusorio como el fantasma del
pozo. Todos tenemos una necesidad de autoeducación. La patética condición en
que se encuentran todos los hombres se debe a la ausencia de ésta. La
meditación es el mejor remedio para tal estado de la mente.
A través de la meditación es posible traer a la memoria el paraíso que
es nuestro reino, descartando como un sueño y engaño las creaciones
transitorias de la mente. Al dedicarse sistemática y calmadamente a la
práctica de la meditación, ésta se hará eficaz y tranquila. Así quedará
trazada la ruta hacia la más elevada experiencia; así asistiremos al amanecer
de una nueva comprensión, clara y serena. Cuando alcanzamos las cumbres de la
meditación, tal comprensión se vuelve tan fuerte, que nuestra propia
naturaleza se destruye; se incendia hasta convertirse en cenizas. Después de
esto, lo único que queda es TU. La creación entera es una ilusión de la mente
de ustedes. Sólo el Uno ES. El Señor es Existencia, Conocimiento y la más
alta Bienaventuranza; es el Alma Suprema; es Dios, el Padre del Universo.
Todo se convierte en el UNO.
La Verdad (Sathya) es tan sutil y reconfortante... Una vez alcanzada,
no hay meditación, no hay meditador, no hay objeto de meditación; todo se
fusiona en el Uno. Tal es la experiencia real y luminosa. Jubiloso en su
interior porque él es sabiduría pura, sólo el que ha alcanzado el
Conocimiento Supremo será consciente de su Bienaventuranza Atmica. Esta es la
meta, el fruto de la inmortalidad. Al lograr esta experiencia trascendente,
el yogui concluye su meditación y, a partir de ese momento, ¡se mueve entre
los hombres resplandeciente de divinidad! En él, la revelación divina de la
Verdad Eterna se ve cumplida. Se transforma en un ser puro. La meditación y
sólo la meditación tiene la capacidad de hacer que una persona trascienda las
vicisitudes del tiempo y el espacio y convertirlo para siempre en un
individuo ecuánime, como si él mismo fuese otro creador.
Una vez que el individuo está en camino hacia su meta, logrará contento
de sí mismo y descubrirá en su interior la fuente de la bienaventuranza. Los
deseos y ambiciones, las ilusiones y las falsedades, las necesidades animales
y las ridiculeces que preocupaban al individuo hasta ese momento,
desaparecerán. Y así como el Alma todo lo satura con uniformidad y firmeza,
el individuo también pierde su "yoidad" y se sumerge en su
inherente estado divino. Tal persona es un Mahatma real, él es un individuo
que está liberado y realizado aun en vida. La totalidad es Bienaventuranza
(Ananda), Bienaventuranza es Paz (Shanti).
Aquéllos que no renuncian al autoexamen continuo, reciben la gracia
del Señor y avanzan hacia su liberación. Siempre estarán buscando la Verdad
Eterna que descansa detrás de las ilusiones oníricas de este mundo.
Controlen los órganos de los sentidos que corren sin ton ni son, y los
orígenes de la enfermedad serán destruidos. Permitan que la mente mantenga
vigilancia sobre sus propias actividades, y que acorrale el enloquecido flujo
de planes, pensamientos y esquemas. Entonces no habrá lugar para
preocupaciones y ansiedades en la mente. Para disminuir las divagaciones de
sus pensamientos, repitan el Nombre del Señor, lo cual mantendrá alejadas sus
penas y dificultades. Sin eclipsar la mente, el conocimiento no podrá
despuntar. El hombre completo es el que ha pasado con éxito a través de esto.
El aspirante espiritual debe aprender primero el secreto de "la
mirada interna", de "la visión dirigida hacia el interior", y
retirar su visión de lo externo. Han oído ustedes muy poco hasta ahora del
mundo interior, pero la Existencia Divina no es más que este método de
"vivir hacia adentro". Así como un bebé, después de aprender a
mirar y comprender, trata de hacer sus primeros pinitos por la casa, así
también el aspirante espiritual aprende a hacer sus primeros pinitos en el
mundo interior, y a comprenderlo. Un bebé saludable agita sus brazos y
piernas dentro de su cama, sonriendo, contemplando la lámpara en la pared y
balbuceando la felicidad. Igualmente el aspirante espiritual, sano de cuerpo,
mente y alma, mientras yace en la cuna de la vida, contempla el mundo
interior y palmea sin cesar, con gran regocijo ante tanta felicidad interior.
Esto es lo que se debe hacer.
Además, cada pensamiento, cada palabra y cada acto deben venir
precedidos de la total conciencia del conocimiento. Dirijan su inteligencia
para que no divague, sino que resida constantemente en el mundo interior;
ésta es la visión interna. La meditación es el instrumento más importante
para la realización de tal tarea.
El aspirante espiritual puede entrar en el reino interior por la
puerta del auto examen. Esta puerta da la bienvenida a todo aspirante
provisto de humildad y devoción, a la más alta y sagrada posición posible en
la vida.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario