( Impreso en castellano en Sobre la Meditacion (Dhyana Vahini) cap. 8 )
La plenitud de la vida del hombre consiste en la Realización del Alma.
Para llegar a tal realización, uno debe liberarse completamente de los
vasanas o impulsos. La liberación) es, en el verdadero sentido del
término, la liberación de la esclavitud de esos vasanas (1). Las
tendencias o impulsos son de dos tipos: benéficos o malévolos. Las
tendencias benéficas se hallan saturadas de santidad; las tendencias
malévolas alimentan la mente y la hacen cada vez más incontrolable y
cada vez menos firme: refuerzan y extienden el deseo del placer
material.
Si los impulsos benéficos son alentados y cultivados, no se
multiplicarán indefinidamente, encadenando a la mente, sino que se
convertirán en semillas resecas que nunca podrán germinar. Si ustedes se
adhieren a los impulsos benéficos podrán fácilmente adquirir Sabiduría
Divina. Estos impulsos son caracterizados por actividades tales como la
asociación con hombres santos, la reverencia por los grandes, el trato
con ellos, el seguir sus consejos; por la caridad, la fortaleza, el
amor, la paciencia, la verdad, la valentía, la continencia, etc. Tales
son los impulsos puros.
Las tendencias impuras le conducen a uno a vicios como el ansia de ver
cosas que apelan a los sentidos más bajos (como las películas
cinematográficas), por comer platillos saturados de características
rajásicas (como el pescado, la carne, etc.), por beber intoxicantes que
arruinan la personalidad, desarrollando ira, engaño, avaricia, vanidad,
odio, envidia, etc.
Tales tendencias hacen que se desarrollen la ira, el engaño, la
avaricia, el orgullo, el fraude, el odio, la envidia, etc. Estas
tendencias impuras son de tres tipos: vasanas o impulsos mundanos,
vasanas intelectuales o eruditos y vasanas corporales o físicos. Los
vasanas o impulsos físicos hacen que los hombres deseen un físico
hermoso, un cuerpo fornido y músculos firmes y bien modelados, y un
cutis sedoso que jamás sea desfigurado por las arrugas. Los vasanas o
impulsos intelectuales llevan al hombre a desear ávidamente ser
reconocido como un experto sin rival y a buscar la derrota de cualquier
competidor en su campo. Y finalmente, los vasanas o impulsos mundanos
fomentan el ansia de gloria, de poder, de autoridad personal y de pompa.
Todo ese tipo de deseos puede ser agrupado bajo esa categoría; todos
ellos son impulsos. Los atan a ustedes a la rueda del ciclo de
nacimientos y muertes y los sujetan a las cosas de este mundo.
El árbol gigante que llamamos mente tiene dos semillas: vasanas y prana
(impulsos y aliento vital). La semilla se transforma en árbol, el árbol
da la semilla. El aliento vital se moviliza a causa de los impulsos. Los
impulsos operan a causa del aliento vital. Con que uno de los dos se
destruya, el otro también queda eliminado. Así, si la mente ha de
liberarse de su influencia, la ignorancia ha de ser transformada
primero.
Esa ignorancia no existe sola, tiene un vástago: el egoísmo. Este
demonio tiene dos hijos también: la pasión y el deseo. La pasión y el
deseo se interrelacionan estrechamente;como es la pasion, asi el deseo.
Son hermanas.
La pasión significa apego o atracción. Mediante la pasión y el apego, el
hombre adquiere los sentimientos de "mi" y de "lo mío". Esos
sentimientos provocan deseos; los deseos engendran la preocupación. Por
lo tanto, para deshacerse del egoísmo, estos dos, pasión y deseo, deben
ser aniquilados. Esto significa que la ignorancia debe partir, pues sólo
por ese medio puede ser muerto el egoísmo.
¿Cómo destrozar la ignorancia y desarrollar el conocimiento correcto?
Esa es la pregunta ! La respuesta es a traves de la meditación. La
conquista de la ignorancia, el egoísmo, la pasión y el deseo provoca la
liberación (moksha) para el individuo (jivi).
Aquél que es esclavo de los impulsos y las tendencias carece de
"conocimiento" (jñana), ¡es en verdad un alfeñique! Pero déjenme
asegurarles que no han de alarmarse. Tan pronto como los vasanas son
arrancados de raíz, podrán recuperar la naturaleza divina que han
perdido por negligencia.
Los vasanas invaden el reino del corazón; causan problemas sin fin, le
hacen recordar a uno los placeres, reavivando la memoria de pasadas
experiencias, y uno empieza a desear tenerlas de nuevo. Los deseos hacen
que los sentidos y su líder, la mente, se entreguen a agitadas
actividades; no tienen manera de librarse de esto. Así, el hombre
intenta reunir y gozar las cosas que ansía. Todo esto toma lugar en un
abrir y cerrar de ojos, por así decirlo.
Los vasanas o costumbres adheridas a la mente operan así de sutilmente y
así de poderosamente. De la misma manera que la semilla contiene en sí
misma el tronco, las ramas, las hojas, las flores y el fruto, así
también en el vasana todo eso yace latente. Los vasanas son la causa de
toda la felicidad meramente material del hombre. Si se encuentran
ausentes, en la mente hay lucidez y pureza. Si se encuentran presentes,
toda pureza se corrompe; son los obstáculos en la senda de la Verdad,
del Alma y de la Inmortalidad. Una mente liberada del vasana se
transmuta y deja de ser mente.
La naturaleza (prakrithi) es el mundo de los vasanas. La mente es
atraída por la naturaleza y los objetos externos del mundo a causa de
esa tendencia al apego y empieza a contemplar los objetos y a ocuparse
de sus cualidades, todo por culpa de esos vasanas o impulsos. Si uno
está libre de vasanas, su mente no será afectada en absoluto por el
mundo materialista. La mente es como una tela, toma cualquier color con
que se le tiñe. Los vasanas sátvicos (puros) la harán blanca. Los
vasanas rajásicos (pasionales) la volverán roja, mientras que los
vasanas tamásicos (impuros) la harán negra. La mente es configurada por
el tipo de vasanas que la habitan. El hombre ha de emprender dhyana
(meditación) y dharana para poder destruir esos vasanas. La mente no es
más que un hato de vasanas.
Algunos aspirantes se dicen a sí mismos que a pesar de los muchos años
de práctica constante, no han tenido éxito aún en dhyana ni en dharana .
Es obvio que no hay que insistir sobre la razón de esto. Es así: ¡no
han sido capaces de arrancar de raíz los vasanas! Por lo tanto, tales
practicantes deben esforzarse por conquistar sus tendencias innatas.
Deben fortalecerse con mayor fe y actuar.
Si de cuando en cuando el aspirante espiritual es perturbado por vasanas
o impulsos impuros, debe superarlos con su fuerza de voluntad y sus
ejercicios espirituales. Un Alma realizada ha consumido sus vasanas,
pero el padre de familia se encuentra cultivándolos. No se gana nada
tratando simplemente de controlarlos; una cobra se hace inofensiva sólo
cuando se le han arrancado los colmillos. De manera similar, las raíces
de los vasanas o costumbres adheridas a la mente deberán ser quemadas.
Sólo entonces el hombre podrá alcanzar a Brahman.
Desde luego, incluso los deseos puros pueden ser una cadena. Pero a
pesar de que ellos sean numerosos, no constituyen estorbo. Una espina es
eliminada por otra y luego ambas son desechadas, ¿no es así? Asimismo,
cuando los vasanas impuros son superados, gracias a la influencia de los
vasanas puros, llega el momento en que uno tiene que superar a ambos.
Esto significa que aun el más puro de los vasanas o impulsos, el deseo
de moksha o liberación, ha de desaparecer con el tiempo. Sólo entonces
puedes tú convertirte en eso. Un grillete es un grillete, sea de hierro,
o sea de oro. Uno debe estar libre de ambos. Es decir, uno debe lograr
llegar a una etapa donde ni el bien ni el mal le atraigan o le repelan.
Cualquiera que aspire a realizar a Dios deberá practicar la disminución
de los impulsos, deberá frenar la mente y buscar el entendimiento del
principio fundamental. Tan sólo uno de ellos no basta para alcanzar la
liberación o moksha. En el Alma realizada los impulsos persisten, pero
únicamente como semillas secas; ya no dan lugar a nacimientos
subsecuentes.
El cuerpo sutil es el asiento de la ignorancia. Se encuentra saturado de
impulsos, costumbres y experiencias. El Alma es libre de todos ellos,
es eternamente pura. No pertenece a ninguno de los sexos, no tiene mente
ni sentidos ni forma. Más aún, ¡no tiene prana (aliento vital)! No
puede decirse que esté viva o muerta. ¿Cómo puede ser la contemplación
del Alma algo que no sea puro? ¿Pueden, acaso, coexistir la luz y la
oscuridad? ¿Pueden existir a la vez la pureza y la impureza?
De todos los talleres del mundo, el taller del cuerpo es el más
asombroso, porque es el tabernáculo del Señor. Ahí, en ese taller, los
impulsos se transforman en votos, se limpian las impurezas, los deseos
benéficos toman forma y surge la imaginación positiva. El blanco
fundamental consiste en desarraigar los impulsos, aunque esto sea una
tarea difícil.
Es más fácil mover montañas que estos vasanas tan profundamente
arraigados; pero con voluntad y entusiasmo, sustentados por la fe, se
pueden vencer en poco tiempo. Mas no abandonen su determinación y fe, a
pesar de cualquier pérdida, penalidad u obstáculo que se presenten. No
olviden que los vasanas los subyugan y dominan, manteniéndolos sus
esclavos. El opio y el alcohol los esclavizan y los mantienen totalmente
en sus garras sólo durante algún tiempo, pero los vasanas los atenazan
durante toda una vida. El propósito y significado completo de la
meditación es alcanzar la liberación de estos múltiples y poderosos
vasanas.
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